El 21 de Mayo de 1991 César Rincón comenzó a labrar su
subida al trono del toreo. En dos días, dos puertas grandes. Así lo contó
Joaquín Vidal.
Vázquez, Armillita, Rincón Toros de Baltasar Ibán, desiguales de presencia, varios pequeños aunque algunos en el tipo de su encaste, con cuajo 4º y 6º, flojos en general y con casta. Curro Vázquez: pinchazo, otro hondo ladeado, pinchazo y descabello (silencio); estocada corta atravesada descaradamente baja (algunos pitos). Armillita: pinchazo y bajonazo (silencio); estocada trasera, rueda de peones y descabello (silencio). César Rincón: dos pinchazos -aviso- y estocada, tirando la muleta en los tres encuentros (ovación y salida al tercio); estocada corta baja tirando la muleta (dos orejas); salió a hombros por la puerta grande.
La apoteosis se le venía encima a César Rincón, y seguramente no se lo podía creer. El toro caía fulminado por efecto de una estocada mala, pero el éxito estaba conseguido, y ya flotaba César Rincón por entre las blancas nubes de la gloria. Le abrazaban las cuadrillas y el apoderado levitaba entre barreras con cara de querubín, mientras trepidaba el coso, el público en pie, rompiéndose las manos de aplaudir. Aquello debió de ser, para el torero, un sueño. Pero no era un sueño, era una realidad. Quizá una realidad mágica.
Enterese que paso ese dia en Las Ventas de Madrid.......................